Ella caminaba sola, su único camino era la aveces discontínua línea blanca de la carretera, no tenía frío y tampoco calor, estaba bien. Se notaba que lo había dejado todo atrás, que era libre. Pensó en todo lo que había echo hasta ahora, todos los problemas que había causado, todas las risas que la habían echo que le doliera la barriga al terminar, todas las lagrimas que le habían impedido hablar, solo tartamudear, todos los enfados con tanta gente que solo habían sido pequeñas barreras por pequeños momentos. Todos los "perdón", "gracias", "te quiero"(este mucho menos dicho) que habían salido de su boca. No se arrepentía de ninguno de ellos, pero tampoco se alegraba al recordarlos. La brisa, suave y tranquila de una mañana era la única acompañante para ella. Quería muchas mas mañanas así, le recordaban a cuando ella podía ser ella, sin que nadie la juzgara, sin que nadie se metiera por enmedio. A partir de ahora, ella sería quien quería ser, elegiría su vida, su camino, aunque fuera la línea de la carretera y no la llevara a ninguna parte, cometería sus errores pero también los solucionaría. Reíria a mas no poder y lloraría seguido de esto.

A medida que iba planeando, levantó la cabeza, cerró los ojos y empezó a caminar, a esperar que alguien la cojiera de la mano y a entrar en otra vida.

Hoy me voy a comer el mundo.